Época: siglo de Pericles
Inicio: Año 450 A. C.
Fin: Año 420 D.C.

Antecedente:
El siglo de Pericles

(C) Pilar León Alonso



Comentario

En la escuela de Argos, la más afamada del Peloponeso, florece hacia mediados del siglo V un escultor extraordinario: Policleto. Las fuentes ponderan sus obras no sólo por la calidad que atesoran sino por su enorme resonancia y difusión desde el punto de vista didáctico. Plinio dice que la más copiada e imitada de ellas era la que representaba a un joven de formas maduras con una lanza, a la que llamaban Kanon.
Kanon significa norma y así se titulaba el libro en el que compendió Policleto sus ideas y criterios sobre el problema omnipresente en la escultura griega, es decir, la representación de la figura masculina desnuda. El contenido del libro desgraciadamente se ha perdido, pero fragmentos y referencias transmitidos demuestran que la mayor inquietud de Policleto y el principio básico al que se atenía era la simetría, o sea, la relación de las partes entre sí y entre cada una de ellas con el todo, en la que radica la fuerza rítmica de las figuras. Además de teorizante, Policleto era un consumado broncista y aplicó las enseñanzas recogidas en su libro a la más famosa de sus obras, el Doríforo, conocida con el mismo nombre que aquél.

Se suele repetir con razón que el Doríforo da forma a la máxima aspiración de los escultores griegos, que era la perfecta proporción dentro de un ideal naturalista. Efectivamente, Policleto es el último escultor interesado por el viejo problema del kouros y el que consigue dar una nueva expresión al contraposto, cuestión fundamental para enjuiciar su trayectoria artística. Como es sabido, el sistema de proporciones del Doríforo se basa en la aplicación de sencillas y antiguas relaciones o módulos aritméticos, como la altura total determinada por 7 cabezas, y otros geométricos que nos son desconocidos. El factor numérico juega, por tanto, un papel decisivo en la expresión rítmica de la simetría, aunque ésta es algo más. Es un conocimiento riguroso del organismo humano obtenido a base de una detallada observación, hecho que explica la importancia del otro principio rector, la "diarthrosis" o articulación, el engranaje de piezas y miembros en el conjunto del cuerpo.

Ahora bien, si alineamos al Doríforo junto a precedentes como el Aristodikos y el Efebo de Kritios, valoraremos las innovaciones introducidas por Policleto, sobre todo, en lo que se refiere al ritmo oscilante en forma de S del Doríforo, como si una corriente dinámica fluyera por todo el cuerpo. La disposición chiástica de miembros exigida por el contraposto se expresa con nuevo énfasis, pues pierna de sostén y brazo caído coinciden en el mismo lado, mientras en el otro lo hacen brazo flexionado y pierna exonerada, retrasada y sin tocar el suelo más que con las puntas de los dedos del pie. El resultado de este esquema ofrece un contraste muy armonioso entre el flanco derecho cerrado, que acentúa el giro de la cabeza, y el izquierdo, abierto y con concesiones a la profundidad. El equilibrio entre los efectos de carga y descarga del peso del cuerpo es lo que da al Doríforo ese dinamismo único que es consecuencia de la tensión y de la placidez.

El influjo de esta obra creada hacia el año 440 se deja sentir muy pronto, pero poco después, hacia 430, se advierte la evolución de Policleto en otra obra maestra, el Diadúmeno. En ella se mantiene el ritmo alternante, pero se reducen las proporciones y se da a la composición una forma más cerrada. Comparado con el Doríforo, el Diadúmeno se concentra más en la acción, perfectamente definida mediante el recurso de ceñirse la cabeza con una "taenia", que los copistas repetirán e interpretarán a su antojo. Por otra parte, el Diadúmeno acredita un cambio de mentalidad en el maestro, más suavizada y, si se prefiere, más humanizada, cambio que se atribuye al influjo ático y fidíaco.

Además de estas dos obras, Policleto realizó para el Heraion de Argos una estatua crisoelefantina de Hera mayor que el natural, pero menor que los colosos de Fidias. Las fuentes le atribuyen, asimismo, obras que sólo conocemos por réplicas o versiones posteriores, como son el Kyniskos, el Narciso y el Ungidor Petworth. De la primera de ellas es copia el Efebo de Westmacott.

Al célebre concurso de las Amazonas de Efeso acudió Policleto en competencia con Fidias, Krésilas y Phradmón, escultor éste último del que no volvemos a saber nada. Cuenta Plinio que el jurado lo compusieron los mismos concursantes y que el escrutinio se realizó por el curioso procedimiento de dar el premio a la segunda obra más votada, supuesto que cada cual se daría a sí mismo el lugar de honor. El triunfador fue Policleto, seguido de Fidias, según la anécdota plinia, si bien no hay base sólida para aceptarla en firme. La realidad es que la Amazona de Policleto, reproducida por la Amazona Capitolina, está en perfecta consonancia con su típico ideal viril y es obra de finales de los años 30. Herida en el pecho, la Amazona de Policleto se retira con una mano el chitón de la parte dañada y con la otra se apoya en una lanza, por lo que el ritmo y la forma de la composición se aproximan a los del Diadúmeno; la única variante es la cabeza, que gira en la dirección de la pierna exonerada. La redondez de la cabeza, el tratamiento del pelo y las proporciones del rostro siguen también la parte iniciada en el "Kanon" y proseguida en el Diadúmeno.

Considerada en conjunto, la obra de Policleto acredita a un gran maestro, al que se suele objetar lo que hoy diríamos fijación al tema del desnudo ideal. Dada la envergadura de dicho tema a lo largo de la Historia del Arte, convendría hacerle justicia a Policleto y reconocer su esfuerzo por llegar a la renovación de planteamientos que suponen sus creaciones maestras, sin olvidar la capacidad receptiva de que hace gala cuando se deja ganar por el espíritu del arte ático, posiblemente influido por su rival Fidias. El gran mérito y el mayor atractivo de la escultura policlética es la elasticidad y la perfecta expresión de la potencialidad del movimiento, razón primordial para que la posteridad viera en ella el arquetipo de la plástica griega.